La calidez de las noches. Capítulo 5. [AdminVBB].


 
  [Este es un fanfic yaoi que contiene escenas eróticas, si no te gusta este género no lo leas por favor, gracias ^.^][Capítulo narrado desde el punto de vista de Yong Guk].
 

Nuestros labios volvieron a juntarse una vez más, esta vez abriéndose y dando paso a nuestras lenguas, seguíamos tumbados en la cama, cada vez más acalorados. En un momento llevé mi mano a su torso y recordé que no había comido nada “¿no tienes hambre?” le pregunté separando nuestras bocas, “no, me basta contigo”, este pequeño y descuidado niño no sabe a quien está tentando “a lo mejor soy yo el que te come a ti” esbozó una pequeña sonrisa en su rostro al escuchar mi comentario, y contestó con un “adelante”, realmente no sabe lo que va a pasar... ¿verdad?. Sin poder esperar más, empecé a tocar sus pezones por debajo de su camisa, noté como se ponía nervioso, me puse encima de él y le quité la camisa dejando lugar a un camino de besos y pequeñas mordidas que iba desde su oreja hasta su ombligo, pasando por su cuello y parando un rato sobre uno de sus rosados pezones, le desabroché los pantalones y metí la mano por su boxer, hecho esto, empecé a masajear su erección.

-Hy...hyung...ah~.- empezaba a gemir, esto me excitaba aún más, creo que el descuidado maknae empezó a comprender donde se había metido.
-¿Qué te pasa?
-Se... se siente extraño...
-¿Se siente mal?
-No..., se siente... demasiado bien...

Eso me sorprendió, se incorporó un poco y empezó a levantarme la camisa, hasta que consiguió quitármela, desabrochó mi pantalón y dejó salir mi miembro, metió las manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón y me empujó hacia adelante haciendo que nuestros miembros se tocaran, Zelo soltó un pequeño gemido, esto me estaba gustando cada vez más, agarré nuestros penes y empecé a tocarlos lentamente aumentando el ritmo cada vez más, nuestras respiraciones estaban cada vez más agitadas y cada dos por tres juntábamos nuestras bocas de nuevo, empecé a bajarle los pantalones, ya no aguantaba más, cuando acabé de quitárselos, me miró con una cara avergonzada, “hy... hyung me da vergüenza” dijo tartamudeando, me quité mis pantalones de forma que ambos estuviéramos desnudos, “ahora no tiene porque darte, estamos los dos igualados” dije, aunque la verdad fuese que a mí también me daba vergüenza. Seguí tocando nuestros miembros hasta que Zelo gimió de nuevo y entonces aproveché para meter mis dedos en su boca, nuestra respiración se agitaba cada vez más por momentos, saqué los dedos de su boca ya que la espera se me hacía eterna, y los llevé hasta su entrada, la rocé con el que iba a ser el primer dedo en entrar.

-Hyung... ¿qué haces?- preguntó en voz baja agarrando mi brazo y deteniéndome.
-¿Tú qué crees?- pregunté con un tono de burla a la vez que me soltaba de su agarre.

Introduje lentamente un dedo y al cabo de un rato, el segundo. Zelo arqueó un poco su espalda y soltó un pequeño quejido, aún así, no me detuve, y cuando pareció acostumbrarse al tercero, lo saqué y empecé a hundir mi pene lentamente en él, sus quejidos eran más seguidos hasta el punto de haberse habituado al ambiente, al cabo de un par de embestidas tapó su cara con sus brazos, al darme cuenta, aparté sus brazos y vi que estaba llorando, fue entonces cuando me di cuenta, me detuve y lo abracé, “lo siento, lo siento tanto” era lo único que pasaba por mi cabeza, y un suspiro de desesperación, me susurro al oído “todo esta bien”, no, nada estaba bien, acababa de perder la cabeza hasta el punto de hacer llorar a la persona a la que más amaba, pasó sus brazos sobre mis hombros de tal manera que se abrazó a mi cuello y con una de sus manos cogió un mechón de mi pelo y tiró mi cabeza hasta que nuestros labios hicieron contacto y profundizamos aquel beso, finalmente acabamos separándonos por la falta de aire que cada vez se hacía más notoria, “sigue”, me dijo de nuevo al oído antes de pasar su lengua por mi oreja y de seguido morderla, este rebelde de Zelo siempre sabía que hacer para tentarme, luego de un momento volví a dar pequeñas embestidas, y una vez se acostumbró sus gemidos empezaron a hacerse presentes, y aferrado a mi cuello juntábamos nuestras bocas plácidamente cada vez que podíamos...

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