[Este es un fanfic yaoi que contiene escenas eróticas, si no te gusta este género no lo leas por favor, gracias ^.^][Capítulo
narrado desde el punto de vista de Yong Guk].
Nuestros
labios volvieron a juntarse una vez más, esta vez abriéndose y
dando paso a nuestras lenguas, seguíamos tumbados en la cama, cada
vez más acalorados. En un momento llevé mi mano a su torso y
recordé que no había comido nada “¿no tienes hambre?” le
pregunté separando nuestras bocas, “no, me basta contigo”, este
pequeño y descuidado niño no sabe a quien está tentando “a lo
mejor soy yo el que te come a ti” esbozó una pequeña sonrisa en
su rostro al escuchar mi comentario, y contestó con un “adelante”,
realmente no sabe lo que va a pasar... ¿verdad?. Sin poder esperar
más, empecé a tocar sus pezones por debajo de su camisa, noté como
se ponía nervioso, me puse encima de él y le quité la camisa
dejando lugar a un camino de besos y pequeñas mordidas que iba desde
su oreja hasta su ombligo, pasando por su cuello y parando un rato
sobre uno de sus rosados pezones, le desabroché los pantalones y
metí la mano por su boxer, hecho esto, empecé a masajear su
erección.
-Hy...hyung...ah~.-
empezaba a gemir, esto me excitaba aún más, creo que el descuidado
maknae empezó a comprender donde se había metido.
-¿Qué te
pasa?
-Se... se
siente extraño...
-¿Se
siente mal?
-No..., se
siente... demasiado bien...
Eso me
sorprendió, se incorporó un poco y empezó a levantarme la camisa,
hasta que consiguió quitármela, desabrochó mi pantalón y dejó
salir mi miembro, metió las manos en los bolsillos delanteros de mi
pantalón y me empujó hacia adelante haciendo que nuestros miembros
se tocaran, Zelo soltó un pequeño gemido, esto me estaba gustando
cada vez más, agarré nuestros penes y empecé a tocarlos lentamente
aumentando el ritmo cada vez más, nuestras respiraciones estaban
cada vez más agitadas y cada dos por tres juntábamos nuestras bocas
de nuevo, empecé a bajarle los pantalones, ya no aguantaba más,
cuando acabé de quitárselos, me miró con una cara avergonzada,
“hy... hyung me da vergüenza” dijo tartamudeando, me quité mis
pantalones de forma que ambos estuviéramos desnudos, “ahora no
tiene porque darte, estamos los dos igualados” dije, aunque la
verdad fuese que a mí también me daba vergüenza. Seguí tocando
nuestros miembros hasta que Zelo gimió de nuevo y entonces aproveché
para meter mis dedos en su boca, nuestra respiración se agitaba cada
vez más por momentos, saqué los dedos de su boca ya que la espera
se me hacía eterna, y los llevé hasta su entrada, la rocé con el
que iba a ser el primer dedo en entrar.
-Hyung...
¿qué haces?- preguntó en voz baja agarrando mi brazo y
deteniéndome.
-¿Tú qué
crees?- pregunté con un tono de burla a la vez que me soltaba de su
agarre.
Introduje
lentamente un dedo y al cabo de un rato, el segundo. Zelo arqueó un
poco su espalda y soltó un pequeño quejido, aún así, no me
detuve, y cuando pareció acostumbrarse al tercero, lo saqué y
empecé a hundir mi pene lentamente en él, sus quejidos eran más
seguidos hasta el punto de haberse habituado al ambiente, al cabo de
un par de embestidas tapó su cara con sus brazos, al darme cuenta,
aparté sus brazos y vi que estaba llorando, fue entonces cuando me
di cuenta, me detuve y lo abracé, “lo siento, lo siento tanto”
era lo único que pasaba por mi cabeza, y un suspiro de
desesperación, me susurro al oído “todo esta bien”, no, nada
estaba bien, acababa de perder la cabeza hasta el punto de hacer
llorar a la persona a la que más amaba, pasó sus brazos sobre mis
hombros de tal manera que se abrazó a mi cuello y con una de sus
manos cogió un mechón de mi pelo y tiró mi cabeza hasta que
nuestros labios hicieron contacto y profundizamos aquel beso,
finalmente acabamos separándonos por la falta de aire que cada vez
se hacía más notoria, “sigue”, me dijo de nuevo al oído antes
de pasar su lengua por mi oreja y de seguido morderla, este rebelde
de Zelo siempre sabía que hacer para tentarme, luego de un momento
volví a dar pequeñas embestidas, y una vez se acostumbró sus
gemidos empezaron a hacerse presentes, y aferrado a mi cuello juntábamos nuestras bocas plácidamente cada vez que podíamos...
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