A
Annie finalmente le habían dado el alta, acababan de llegar a casa,
se quedaría con Baro, aunque la verdad fuera, que a ella no le hacía
mucha gracia eso de quedarse a dormir con un “extraño”, Baro
abrió la puerta con una sonrisa en los labios, Annie bajó la cabeza
y entró a la casa, era muy espaciosa, realmente le gustaba, el color
de la pared era un color cremoso, le transmitía una sensación dulce
y familiar.
-¿Te
gusta? Lo elegiste tú – dijo Baro con ojos llenos de cariño.
-¿Yo?
-Sí,
¿por qué?, ¿no te gusta?.
-No,
no es eso, de hecho me encanta. Tiene... algo, es como si en verdad
fuéramos una familia. ¿Solo vivimos aquí tú y yo?
-Si...
- dijo en a penas un susurro.
-¿Qué
pasa? - preguntó Annie acercándose a él y poniendo una mano sobre
su hombro.
-No,
no es nada – dijo el otro levantando la cabeza con una amplia
sonrisa.
Todo
estaba resultando muy extraño, el hecho de que Annie no recordaba
nada, y que Baro parecía ocultar algo, pero... ¿qué sería?. Annie
parecía haberse estabilizado un poco, había visto la casa por
completo, y había visto su habitación, pero algo empezó a
removerse dentro de la mente de Annie, cosa que hizo que comenzase a
pensar, si ella dormía en la habitación que había visto... ¿dónde
iba a dormir Baro?.
-Emm...
perdona...
-Sí,
dime.
-Que...
exactamente, ¿tú dónde vas a dormir?
-Pues
contigo.
-¿Qué?.
-Sí,
llevamos durmiendo juntos desde que comenzamos a vivir juntos.
-Pero,
esa no soy yo, lo que quiero decir, para mí es como... si no te...
conociese.
-Ah...
es verdad, pues... dormiré en el sofá – dijo sonriendo de manera
un poco falsa.
-Lo
siento.
-No,
no te preocupes.
De
repente la puerta sonó, y de ella entraron cuatro chicos, Annie se
quedó un poco conmocionada, los chicos entraron pareciendo estar en
su propia casa, y cuando la vieron comenzaron a gritar, Baro intentó
detenerlos, pero fue en vano, todos corrieron hacia Annie, que se
encontraba sentada en el sofá, y comenzaron a abrazarla, ella, por
su parte, empezó a quejarse aunque ninguno de los otros estaba
prestando atención, Annie empezó a sofocarse y a intentar soltarse,
pero ninguno reaccionaba, hasta que finalmente, Baro dio un grito que
hizo que todos la dejaran tranquila.
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