Annie
durmió acompañada y se despertó solitaria, frotó sus ojos con las
mangas de su pijama, luego de unos cinco minutos en los cuales se
quedó pensando en lo que pasó la noche anterior acabó por levantarse y
vestirse, acto seguido, salió de la habitación y se dirigió a la
cocina, Baro estaba cocinando con un delantal rosa puesto, a lo que
ella solo pudo soltar una pequeña risa, él, al escucharla, se giró
para mirarla y darle los buenos días.
-Buenos
días princesa durmiente – dijo él riendo.
-Buenos
días, cocinero sexy – respondió Annie riendo a carcajadas.
-
JA-JA-JA, que graciosa es la niña – dijo el otro replicando aunque
la verdad es que le hacia gracia.
-Es
broma, es broma. ¿Qué estas cocinando? - preguntó acercándose a
él, se quedó a su lado, este giró su cara hacia ella para
contestarle, pero al girarla se encontró demasiado cerca, cosa que
los dejó entrecortados a ambos, Annie retrocedió – Lo siento.
-No...
no pasa nada.
Terminaron
de desayunar y Baro dejó el apartamento, había quedado con los
chicos para trabajar en una nueva canción o algo, Annie limpió la
casa y cuando terminó se sentó en el sofá, se dispuso a ver la
televisión, pero no le dio tiempo a encenderla cuando empezó a
pitar algo, venía de una habitación a la que nunca había entrado,
sabía que Baro no quería que ella entrase allí ya que era su
estudio de trabajo, pero igualmente, abrió la puerta llevada por la
curiosidad y se adentró en la habitación, aquel sonido no cesaba,
pero ella quedó sorprendida, la habitación era una habitación
normal, tenía una cama, muy pequeña, pero la tenía, un escritorio,
un armario, y un estante lleno de libros, Annie cogió uno fijándose
en que no eran libros, si no álbumes de fotos, abrió uno y
prioritariamente había fotos de ella y de ellos dos juntos, fotos en
las que se mostraba su amor, quedó sorprendida y ni ella sabía por
qué ya que conocía que ellos tenían ese tipo de relación, el
cesante e irritante pitido sacó a Annie de su mundo para traerla al
real, se acercó al escritorio, y pudo ver que el sonido era el aviso
de que había llegado un fax, agarró el papel, y lo primero que vio
fue una foto de ella y Baro besándose, pero... ese no era el
auténtico problema, el problema era la frase que venía bajo la
foto, que era la siguiente: “si no lo
dejáis en una semana, me aseguraré de que esta foto se haga
pública, cosa que afectará a tu trabajo, tu reputación, y tu día
a día, y no solo el tuyo, la vida de esta chica, también se verá
afectada, y no para bien...”, busqué la firma de quien lo había escrito, pero era anónimo...
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